blancowolko1: junio 2009

Creo que más o menos al dia siguiente de su charla le escribí a Istvan Schritter para agredecerle por habernos visitado y de paso le pregunte cómo fué su modo de comenzar la profesión de ilustrador.

Hace unos dias me llegó su respuesta!!

me envió un reportaje en el cual responde a esa pregunta y a otras más! Está muy bueno e interesante si no les asusta la cantidad de páginas, se los recomiendo.

aquí va el reportaje:

Preguntas.
Aviso:
Si no quieren contestar alguna pregunta están en todo su derecho como si quieren proponer un tema que yo no haya tocado y a ustedes les parezca interesante exponer.
Son trece preguntas, quizás son muchas para el poco tiempo que a veces se tiene en esta vida, de verdad, contesten lo que puedan y quieran. No quiero q esto les sea pesado.
Vale?
Bueno aquí van las preguntas.

1 ¿Cómo eligieron esta profesión?
Siempre dibujé, desde niñito, y nunca dudé de que iba a dedicarme a algo relacionado con el dibujo. Mi familia me apoyaba mucho en eso y estimulaba a que debía hacer lo que sintiera que me gustara, eso fue muy importante a la hora de empezar a pensar en mi profesionalización. Siendo adolescente (tendría unos 16 años) hacía historietas y me premiaron en un concurso en la ciudad de Santa Fe, entre el jurado estaban Quino y Fontanarrosa, que se mostraron muy intrigados por mis dibujos ya que no veían nada de estereotipos televisivos… en la cena en aquel momento en ese evento me preguntaron que de dónde había sacado esa línea y esos personajes, yo no me acuerdo qué les dije, pero recuerdo que en medio de la conversación dije que nunca había tenido televisor, eso los sorprendió mucho y fue la respuesta a su intriga. Es un momento que recuerdo vivamente pues ahí cí en la cuenta de la importancia de que en mi infancia y adolescencia mis padres hayan resistido tanto la presencxia de la tele, en contraposición a la de las inmensas y pobladísimas bibloiotecas que siempre hubo en casa.
En aquel mismo momento de esa cena en ese concurso (ya ves lo importante que fue), ellos y Sergio Fasola (otro dibujante) dijeron que qué bueno que sería lo mío para ilustrar libros infantiles.
Quedé conectado con ellos y ese mismo año o el siguiente, en que terminaba la secundaria y tenía decidido radicarme en Buenos Aires, les pedí contactos para presentarme a trabajar como dibujante. Entre todos los que me dieron estaban Laura Devetach y Gustavo Roldán, entonces directores de la colección El pajarito remendado, en Ed. Colihue. A ellos fui y fueron los que primero me dieron un libro para ilustrar.
Al hacerlo me di cuenta de lo distinto que era ilustrar un libro para niños que una historieta, de lo distinto que eran los medios de expresión, de circulación y el soporte, entendí y me fascinó ese espacio perdurable que es el libro, un terreno todo para un solo ilustrador, tan distinto a lo efímero y multiautoral de las revistas.
Ahí fue que empecé a dedicarme a buscar trabajo más por el lado de los libros ilustrados y así sigo hasta hoy. La geografía del libro, mientras uno está creando, es como un espacio privado en donde todas las decisiones las toma uno, a lo sumo hay que compartirlas con el coautor (el escritor) pero nada más, y uno sabe que eso que está creando va a fundar una línea de lectura que guiará al lector, ese desconocido que terminará de dar sentido a todo. La conciencia de eso es lo que me hizo elegir quedarme en esta zona de la ilustración, y cada vez confirmo que fue una decisión buena.

2 ¿Cuál fue vuestro recorrido en relación a la ilustración? ¿Cómo llegan a ser ilustradores?
Uy, ya está contestado antes ¿no?

3 ¿Qué es ilustrar para vosotros?
Además del placer que significa, para mí es tomar posición frente a un montón de actores que confluyen en ese espacio que es el libro. Uno crea un discurso y opina a través de él, dice cosas con plano, punto, línea, color… cosas que muchas veces no están de acuerdo con lo que piensan estos otros actores que conviven en el libro, me refiero al escritor, el diseñador, el editor y el lector. Lo interesante es plantar la opinión y al mismo tiempo la estrategia para defenderla. Suena un poco épico pero no digo que tenga que ser un espacio de pelea, sino un espacio de diálogo, en donde a veces se da que todos estamos de acuerdo, pero a veces no, y en la discusión en torno a las lecturas (si es que cada una de las partes sabe discutir) es que el libro crece. La importancia de tener opinión en el libro, en no ser condescendiente, está en que uno como ilustrador tiene la garantía de que va a crecer, tenga o no tenga razón, pues si las otras partes argumentan algo interesante que derrumba mis razones, enhorabuena, el libro crecerá y creceré yo, me daré cuenta de cosas que no veía.

4 ¿Ser ilustrador es ser artista? ¿Ven alguna diferencia entre estos dos conceptos?
Este es un tema que en el contexto de la escuela discutimos mucho.
Definitivamente… no entiendo que esto sea un tema de discusión… ¿qué es un ilustrador si no es un artista?
Un ilustrador de agencia, esmerado en copiar estereotipos y pautas comerciales puede llegar a planterase esto, pero un ilustrador que disfruta lo que hace desde el cuestionamiento constante no veo que dude de su esencia artística.

5 Ustedes tienen un estilo muy reconocible, ¿creen que es importante encontrar un estilo propio?
Por supuesto que es importante, pero bueno, tampoco es obligatorio… en la pregunta anterior cité el trabajo de agencia: en ese rubro se trabaja por encargo, con fines más comerciales que artísticos, y hay muchos ilustradores, excelentes dibujantes, que trabajan así y lo disfrutan aunque tengan que copiar un Mickey, creo que si lo disfrutan no tiene por qué ser un conflicto. Ahora… si lo hacen “porque hay que parar la olla y viste que duro está todo”… ahí se están traicionando y pervirtiendo, no están siendo honestos con ellos mismos, si lo que quieren es fundar su propio estilo más vale que tiren todo por la borda y renuncien a un buen pago por las dos chirolas que les paguen por hacer algo que realmente los haga felices. Reivindico el sufrimiento de los finales del s.XIX y principios del XX, aquellos artistas malditos que luchaban por ideales, por imponer en aquello que creían, con vehemencia y viviendo tal vez en pocilgas, pero haciendo lo que realmente tenían ganas.
La verdad es que sé que atraso, que lo mío es muy romántico, pero creo en eso. Un artista sabe perfectamente que lo es, si no se engaña a sí mismo.

6 ¿Detrás de ese estilo, más allá de lo técnico, hay un concepto o una idea que haga que sea de esa manera?
Absolutamente, es algo que el artista no tiene por qué reconocer en sí mismo, eso es algo que le toca a la crítica, pero en mi caso como me dedico a ambas cosas, y lo hago desde mi propia experiencia (soy mi propio conejillo de Indias), reconozco que hay cosas que uno hace que son reconocibles como gesto de estilo, hallazgos que uno descubre y explota, y que marcan.
En mi caso, cuando descubrí el placer que me provocaba el recorte de papel en oposición al hastío de los pinceles, decidí explorarlo y explotarlo y soy conciente que eso me identifica y que siempre estoy investigando cómo sostener ese hallazgo. Incluso lo sostengo desde exploraciones “al revés” que no impliquen el recorte, o sea: después de trabajar mucho con recorte me planteo si sigo sabiendo dibujar, si no estoy enquistádome en el recorte por necedad o conveniencia, entonces me obligo a hacer un libro con otro material. ME OBLIGO está bien dicho, eeeh. Opto por un proyecto que me sugiera un material alternativo y lo hago así. Ojo, aclaro que quiero decir: que el libro me sugiera, no que el editor eeeh, que el propio libro, que es un ser vivo y sabe decir cosas y al que hay que estar atento para escuchar qué es lo que pide.
Bien, elijo hacer un proyecto con, por ejemplo, tintas. Yo sé que voy a sufrirlo, que no me gusta mezclar las tintas para encontrrar “ese” colorcito, que no me gusta lavar pinceles ni ensuciarme las manos, pero estoy obligado, lo asumo como un acto de salud, algo necesario para confirmar si estoy en el camino correcto.
Hasta ahora, después de cada una de estas experiencias que, aclaro también, las sostengo hasta las últimas consecuencias ya que la oblgación implica TERMINAR el libro totalmente y que me guste y que se publique así. Después de cada una de estas experiencias vulevo al recorte y confirmo que es lo mío, que me sigue gustando, que no se agotó en mí, que el trabajar con tintas o lo que sea me hizo descubrir nuevas cosas del recorte incluso, y vuelvo a casarme con él.
Son ejercicios muy estressantes pero muy muy muy ricos. Y necesarios.
Y terminan de definirme en este tema de que mi estilo lo busco también, lo cuido y lo politizo, porque todo esto tiene tambuién una implicancia política: uno como ser social, como ser público y social, tiene un compromiso con los lectores, y ese compromiso es de calidad y honestidad. Y eso es parte del ser político de uno, que no puede traicionarse “porque total los lectores no se dan cuenta” basta que un lector se dé cuenta que uno se está traicionando y repitiendo esquemas para que el estilo se derrumbe y se convierta en “colorcitos”. Tener estilo es un compromiso social, porque uno como artista no puede escaparse de su responsabilidad didáctica para con el lector.

7 ¿Al comienzo de la profesión, un estilo definido, a vuestro entender, abre o cierra puertas?
Ambas cosas, en el mundo editorial hay quienes buscan originalidad y quienes buscan recetas y repetición. Lo importante es tener en claro que es lo que uno quiere, no lo que quiere el otro. Si lo que un ilustrador quiere es fundar una línea con la que lo identifiquen tiene que luchar por eso contra viento y marea, aunque le pase que se le cierren puertas.

8 ¿En qué temas piensan que hay que estar al día para ser un ilustrador? ¿Qué información hay que estar continuamente actualizando?
Mmmmmmmm… la verdad es que en este mundo hiperconectado en el que estamos ahora, en donde creo que el mayor engaño en que vivimos es que todo está al alcance de la mano y la comunicación es instantánea
(Disgresión: no creo en esto, creo que Internet vino a crear la ilusión de lo instantáneo, pero eso no es comunicación, es apenas “pasarse un parte”, comunicación es lo que era antes: esperar el cartero, con cariño, con ansiedad, con días de por medio que acicateaban el amor por el otro. La ausencia de espera de la comunicación en nuestros días creo que mata una parte importante de la comunicación, que es la conciencia de la ausencia del otro, Internet vino a traer la ilusión –la obligatoriedad incluso- de que todos estamos presentes en todo momento ¿qué es eso? Yo la verdad es que quiero estar ausente, normalmente, como ser humano que soy, irme sin la obligación de tener que volver al segundo. Fin de la disgresión)
Decía que la verdad es que en este mundo hiperconectado en el que estamos ahora, en donde creo que el mayor engaño en que vivimos es que todo está al alcance de la mano y la comunicación es instantánea, lo que un artista tiene que tener más actualizado es la conciencia de su propio deseo. Una verdadera introspección interior que lo conecte con el placer propio de lo que se quiere hacer en serio. Esa conciencia es lo que lleva a todos los saberes “abrir los poros y disgregrarme un poco” decía Oliverio Girondo, una conciencia sensual que permite la verdadera expansión de los sentidos y el contacto con lo verdaderamente auténtico. Y te digo, creo que esa autenticidad no es nada más y nada menos que la aldea chica, lo próximo, lo opuesto a Facebook y la inaprensible aldea global.

9 ¿Cuál es vuestro método de trabajo, cómo se enfrentan a un nuevo trabajo?
Generalmente empiezo por una idea de proyecto gráfico, algo que atañe al libro como integridad y que engloba texto, ilustración y diseño. Esto va más allá de que el texto sea mío o no, el proyecto gráfico es algo que me permite ver la integridad de la obra y el consumarlo tiene que ver con sentir que uno a llegado a dar en la tecla de la comunicación con el lector, un desconocido que es el interlocutor más íntimo que tenemos (valga la paradoja).
Me gusta sentir que le ofrezco al lector la mayor cantidad de oportunidades posibles de zambullirse en la obra, convidarlo a que salte del texto a la ilustración, encontrando en cada discurso cosas nuevas que antes no se habían visto, que cada discurso potencie a su par, generando finalmente la idea de que la obra no es ni texto ni imagen, sino el libro ilustrado como un todo, un territorio de cruces en el que cada lenguaje se afina y ensancha a la vez, al son de la lectura.
El proyecto gráfico genera un texto y la noción gráfica de los personajes. Conocer a mis personajes hace que reescriba el texto y la reescritura lleva al planteo de una grilla en donde ver el desarrollo de todas las dobles páginas del libro. La grilla conduce al bocetado de las páginas, que muchas veces termina funcionando como “molde” base para el recorte de papel (ese bocetado tal vez haga que los textos sean nuevamente reescritos). Estos moldes sirven para ser calcados y volcados, fragmento a fragmento, en el reverso de la cartulina que será recortada y, casi escultóricamente, puestos uno sobre otro con una pinza de depilar. Si veo que funcionan bien, recién ahí los pego (lo que significa desarmar y volver a armar).
Cuando los originales está terminados necesito ver todo a la vez, tal vez en una maqueta que emule el soporte libro en donde pueda leer el texto a la par de las ilustraciones, dando vuelta las páginas, para comprobar que el funcionamiento del libro es armónico. Si lo entiendo, si siento que no tiene traiciones, está terminado y listo para publicarse (si pienso “acá falta tal cosa pero nadie se va a dar cuenta” eso es traición, si se me cruza ese pensamiento quiere decir que tengo que aún debo corregir cosas)
Lo decía antes, lo primero es sentirme permeable a lo que el libro está pidiendo, algo así como una trasmutación al ser del libro. Suena pomposo pero es real, si uno se deja llevar por lo que el libro pide es seguro que se llega a buen puerto.
Nada más interesante que tener en las manos un gen de algo que puede ser infinitas cosas, que no es más que eso lo que tiene un autor cuando aborda la materia a trabajar (palabras o imágenes son lo mismo para el caso)… algo moldeable que espera su forma, lo importante en este momento es no estar pensando en qué harían los demás o en qué pensarán los lectores, pues eso implicaría una traición. El momento de empezar con una obra es el de reivindicarse como sujeto apto para postular la propia lectura sobre la propia obra, una lectura única y cuestionable, rica por eso, y que generará opciones, conflictos y debates.
Si al crear, un autor está pensando en qué pensará el lector, es probable que esté dejando abierta la entrada a clichés en su producción. En este sentido los clichés harán más digerible la obra, para evitar conflictos, sedar y apaciguar, o sea, mediatizar y mediocrizar una relación como es la del autor/lector, que debería estar signada por el conflicto, porque en la resolución de los conflictos de lectura es que se encuentran los sentidos más ricos.
Repito, la creación verdadera es toma de posición, es brindar la posición propia para que el otro saque sus propias conclusiones. Crear es (debería ser) un espacio de riesgo.

10 ¿Quiénes fueron o son vuestros referentes, tanto de Argentina como de afuera?
De chico miraba y remiraba y leía y releía Asterix, Lucky Luck, Mafalda y El Eternauta a la par de los impresionistas y post-impresionistas. Todos ellos, se vea o no la influencia en mi obra, siguen estando.
Cuando empecé con ls libros infantiles hice grupo con Nora Hilb, Gustavo Roldán, Oscar Rojas, Mónica Weiss, Claudia Legnazzi, fueron años luchando por los derechos de los ilustradores en Argentina y comoratiendo intereses y obra, todo eso está en mi estilo también. De afuera me encanta Kveta Pacovska y otros más, pero pongámosla a ella que me parece que es lo más en estos días.

11 ¿Cómo ven la ilustración argentina a nivel nacional e internacional?
Muy bien posicionada desde el punto de vista plástico y en crecimiento desde el punto de vista de la comercialización y difusión, el vivir en un país que está lo más al sur del mundo no es fácil para el reconocimiento internacional. Los países centrales están demasiado acostumbrados a mirarse el ombligo, pero creo que voces como la de Argentina vienen gritando fuerte.
Acá te pego algo al respecto que puede servir, es lo que leí en la charla en Bologna el año pasado.

Istvan Schritter

Las nuevas propuestas editoriales en Argentina, desde la mirada de un ilustrador.

Género en donde el texto no puede leerse sin la imagen, y viceversa, el concepto de libro-álbum está bastante socializado entre los lectores de los países más desarrollados, sin embargo, los lectores argentinos aglutinan con frecuencia bajo el mismo mote un libro sencillamente ilustrado y un álbum. La diferencia entre ambos ha empezado a acuñarse en el imaginario colectivo muy recientemente, por esto creo que en Argentina estamos en un momento de renovación, en donde han coincidido varias propuestas editoriales originales que jamás hubieran podido publicarse en las editorales masivas, las monopólicas o las ya asentadas e históricas.
En las últimas décadas, las colecciones editadas en estas tierras eran solamente concebidas bajo un modelo de libro de formato único, anclaje más en el texto que en la imagen, medidas, diseño y número de páginas preestablecido, y bastante despreocupación en lo gráfico, sobre todo en la calidad de edición. El álbum era una casualidad de cuya especificidad no se tenía conciencia y, en todo caso, era un producto de importación.
En el año 2001 hubo en Argentina una terrible crisis económica, hecho que movilizó política y socialmente a toda la población y que trajo consecuencias en todos los niveles (la gente fue estafada, los precios subieron sin medida y el peso argentino cayó tan estrepitosamente como el gobierno de entonces), nadie quedó al margen del caos y tampoco los libros, las editoriales y los lectores.
Pese al dramático contexto, varios editores supieron ver en esto una grieta por donde meterse. Entre tantas consecuencias, lo importado había pasado a tener precios imposibles y, como decía, los álbumes eran importados...
La apuesta de casas editoriales pequeñas que se inclinaron hacia el álbum, género no explorado en Argentina, con una desafiante propuesta tanto en imágenes como en textos, permitieron la reflexión del lector y del mercado todo, ya no en base a la repetición de modelos probados, sino a ideas editoriales alternativas y novedosas.
A partir de los años inmediatamente posteriores a la crisis, Ediciones del Eclipse (con colecciones como Libros-Álbum del Eclipse y Pequeños del Eclipse, que me tienen como director), Pequeño Editor (con las colecciones Incluso los grandes y Fuelle), Iamiqué (libros científicos para niños) y Comunicarte (álbumes con más espacio para el texto) se lanzaron a una apuesta incierta que, por valiente, rindió frutos.
El animarse y demostrar que había mercado para aquello que en otros años parecía una quimera, llevó en los dos últimos años a la aparición de propuestas novedosas en las editoriales grandes como Alfaguara (con la festejada aparición, por ejemplo, en Argentina del clásico “Donde viven los monstruos”, de Maurice Sendak, una ausencia hasta hace unos meses, aunque no lo crean), Sudamericana o Ediciones SM.
Mientras tanto, esta nueva movida editorial entusiasmó a nuevos nombres que se lanzaron con sellos recién nacidos, tales como Calibroscopio, Infantil.com, Unaluna o V&R, cada una trayendo nuevos espacios para la ilustración argentina.

Como ilustrador creo que la función del editor es sostener la calidad, originalidad de lo que se publica, pero sin condicionar a los autores. Lo que puede llegar a pedir el mercado es relativo e inabordable, rejirse por eso a lo único que puede conducir es a repetir fórmulas, y no se trata de eso el perdurar. La idea es dejar que el autor desee, es él quien marca el camino. El autor es el que tiene la neurona despierta a lo que señalan los tiempos. No creo que sea función del editor ordenar a los autores tal o cual tema o tal o cual formato “convenientes”. Sino percibir que el proyecto de artista se adapte a una idea eje lo suficientemente flexible como acoger toda idea original que aparezca.
El editor aventurado, aquel que cree en lo que hace más allá de lo que el mercado dicte, cree que de estas aventuras salen los grandes libros, las grandes colecciones y las grandes líneas editoriales. Aquellas realmente formativas, que apuestan a la inteligencia y a que un lector sin edad encuentre las propias soluciones, aquellas que no dan respuestas sino que generan preguntas. Es por eso que no creo que un buen libro tenga una edad determinada para ser leído. Un buen libro tiene en sí la posibilidad de leerse a los 5 y a los 85 años con igual pasión, porque siempre tendrá algo que sorprenda desde los saberes y la experiencia propios de cada edad. Esa me parece la parte realmente pedagógica de cualquier libro, algo que nada tiene que ver con lo “pedagogizante”.
Creo que este cambio de posición en la manera de pensar los libros hizo que la edición argentina gane, se renueve, revitalice los fondos editoriales y la manera de pensar la literatura infantil en Argentina.
Y en eso tuvimos mucho que ver los ilustradores pues fue el propio accionar, el perdurar postulados de ideas que en los años 80’s y 90’s fueron muy resistidas, lo que impuso esta nueva corriente de libros que vino a sumarse a la rica historia literaria para niños de nuestro país.

12 ¿Algunos consejos para los que estamos empezando?
Desear con fuerza y sinceridad y trabajar mucho por el camino del deseo. Las cosas, a la larga o a la corta, se dan.

Muchísimas gracias.